Frente al Valle de la Quebrada de Humahuaca
Esperé cientos de soles en un camino. Ví la ciudad, en todas sus esquinas prometía una ráfaga de fango. La cuadratura perfecta de una sonrisa, siempre abolida. El sordo muro de ataúdes de feria. Y mucho más lejos estuve aquí.
Arrojé mi cuerda en la noche profunda. Sostenida la eternidad en una hebra sutil.
La vida es algo inmenso. Prodigioso.
Marcó un zurco el tiempo vivido, lavé mi existencia en las alturas. Creímos en la palabra con una fe ciega. Con los ojos guardianes esperamos al hombre que hubo de venir. Hombre: ya toda alegría es posible.
29 de Enero de 2006
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