Super K
Es tiempo de otra estampa cotidiana. Es tiempo de homenajear a uno de enormes titanes, a uno de esos seres inverosímiles que usando los ropajes típicos de la urbanidad y transitando los lugares típicos de todos los dias, esconden no obstante (acaso sin saberlo) un poder y unas formas extraordinarias.
El personaje al que dedicamos este confite , Super K. (nada que ver con el K. que ocupa el sillón presidencial); nuestro K. observa una estricta dieta de café con leche y tortas. A cualquier hora se lo puede ver ingiriendo estos alimentos, y si se lo inquiere al respecto él se excusa explicándonos que debe permanecer vigilante. Cualquier otra comida tendría para él un efecto soporífero que lo distraería de sus grandes responsabilidades.
Nadie sabe bien como llegó. Un día apareció ahí entre nosotros. Dueño de un inquebrantable optimismo pasea felizmente y aborda cualquier grupo humano con un entusiasmo y una confianza demoledora. Con una lógica férrea examina cualquier cuestión, y tal vez esta misma disciplina lógica es la que lo alienta a proponer las ideas más audaces y arriesgadas que expone con total naturalidad y transparencia.
Realmente lo admiro. En un solo gesto super K es capaz de barrer de un plumazo el complejo entramado de alianzas y complicidades, conspiraciones, frustraciones, anhelos e ignorancias que rodean a la mayoría de los mortales. Dotado de una visión de avanzada, super K sería el valuarte de cualquier organización que realmente quisiera conquistar el futuro. Tristemente, la que nos alberga no ha sabido darle el lugar que se merece. Es que la mayoría de nuestras empresas e instituciones arrastran una incurable inercia en sus acciones y una estrechez de miras para con necesidades y desafíos.
Por eso ahi lo tenemos a super K paseándose un poco como un como un caballero romántico, pensando proyectos, diseñando propuestas todo el mundo le devuelve con evasivas, con promesas vanas, o con guarangas negativas. Incrédulos y suspicaces. No es fácil adivinar la estatura de un titán para el común.
Yo mismo no lo hubiese advertido a no ser de que él me confió un buen día en una conversación totalmente anecdótica, sus proezas juveniles. ¡Quién hubiese adivinado que detrás de este tranquilo gentelmann con su saco de porte inglés, se escondía un muchacho que había visitado todos los pubs y teatros de Londres, qué había visto en sus años mozos el surgimiento de bandas legendarias como The Sex Pistols, The Clash, Roxy Music, Talking Heads y tantas otras! A medida que mi asombro iba en creces super K. , me contaba todo con la serenidad y la modestia
de quien no se atribuye ningún mérito por haber estado en el lugar justo en el momento justo.
Así nos trasladamos por unos momentos al Londres de 1978 donde uno podía escuchar los Rolling Stones en un estadio, escuchar a Creedence junto con Status Quo en otro festival al día siguiente, y terminar el fin de semana escuchando a T-Rex en un pub. Increíble.
A cada uno le toca el tiempo que le toca vivir, y puede opinarse que no hay mérito personal en ello. Sin embargo, hay mucha gente que prefiere ver el mundo encerrado en una caja boba, o quedarse en su casa mirando por la ventana, viviendo de prestado la vida de los otros. Tal vez para salir afuera, para encontrar las verdaderas cosas haya que tener un don especial. Tal vez esto lo sabe (o no) nuestro querido Super K. En esto radica entonces su fuerza, en el valor de los que salen a vivir la vida sin ponerse palos en la rueda (que para eso está el resto).
Me he puesto solemne. Se me pianta un lagrimón. Un reconocimiento necesario para un héroe anómimo y común. Uno más que realiza sus proezas en silencio. Uno más del montón. Un héroe urbano. Un campeón.
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