Darse cuenta
Algo muy extraño está sucediendo con la gente. Hace un rato en la parada del 67 pude ver la cara de horror en una señorita al percatarse que la lluvia empezaba a caer. Parecía que el simple contacto de unas gotas con el pelo, los hombros y los brazos ponía en peligro su integridad física , emocional y espiritual. Descarto preocupaciones estéticas de índole femenino; al no ser que esta señorita tuviese atractivos que por alguna razón, me fueron totalmente desapercibidos.
El otro día el mismo estupor de una respetable vecina que quedóse estupefacta al encontrar a quien escribe tomando sol apaciblemente en la terraza del edificio. Tras algunos segundos, la señora pudo recomponer su rostro desencajado y retirando su ropa me preguntó:
- ¿Quiere que cierre la puerta con llave?
- No Gracias, señora. Yo cierro cuando salgo.
Extraño. Parece que el sol también es algo que hay que regir en esta ciudad. Muy extraño.
Alguien me contó una vez, que en cierta ciudad balnearia los sapos nacen en el aire, con la lluvia. No me sorprende. Esas cosas suceden. Yo he visto la vida abrirse paso entre las rocas. Cumplir sus cometidos. Ahora está lloviendo. Voy al cyber a subir este post. Quizás me moje un poco. (Me mojé bastante). Está todo bien. No pude ver la película de Trauffaut. ¿Estará buena?
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