martes, julio 31, 2007

Las cosas que le pasan a la tía Pepa

La tía Pepa es una tía como cualquier otra, solo que ella tiene una particular propensión a sufrir ciertos contratiempos e infortunios. No son tragedias las que le ocurren a la tía Pepa. (Las verdadera tragedias son hechos que suceden una sola vez.) No, no. Son más bien pequeños incidentes de todos los días que por ser asuntos menores, no deberían dejar de llamar nuestra amable y solicita atención.

Por ejemplo, cuando llega el invierno la tía Pepa, que gusta de andar en zapatillas, siente casi siempre un frio persistente en sus pies. Podría hacer caso omiso a esta molesta sensación. Pero desgraciadamente para la tía Pepa, este es un malestar que empieza por los pies y va creciendo poco a poco, hasta extenderse de forma consistente e irrevocable en todos sus humores.

Se pensará que la Tía Pepa es de constitución quebradiza e inestable. No. Al contrario. Ella nació con un carácter preciso, poco maleable; y acaso precisamente por ello es que resulta tan susceptible a toda la clase de variaciones que inevitablemente nos depara la vida.

Tal vez puedan aburrir los pormenores de una existencia tan modesta y nimia; al lector generoso que se preocupa noblemente por toda esta clase de nimiedades debo anticiparle que las soluciones sencillas y directas no fueron hechas para esta delicada señora.

Para el caso que nos ocupa, si ella opta por calzarse un buen par de medias, de lana por decir, el frío se mantendrá alejado las dos primeras horas. Pero más tarde, y a causa de una propensión congénita a la transipración sudodípora, vendrá un estado tanto más triste y cansino, puesto que ahora se le agrega una consciencia pretérita, de un mundo acuoso y ceniciento.

Lo mejor es no hacerle demasiado caso a la tía Pepa. Y ella misma lo sabe. Porque así como le vienen las cosas, así se le van. Se olvida, se distrae, se entretiene viendo algún anuncio de colores que aparece en la novela de la tarde. Entonces casi siempre sale a la calle y compra una bolsa llena de rodhesias y chupetines que le lleva a sus sobrinos. Nomás ella se acerca, ya los mocosos le saltan encima, locos de contentos, qué me trajiste tía Pepa.

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