Conversación de ángeles
Es maravilloso vivir sólo en espíritu, día a día para la eternidad, atestiguar sólo lo espiritual de la gente. Pero a veces me hastía mi presencia de espíritu. Y ya no quisiera ese flotar eterno, quisiera sentir un peso que anulara en mí lo ilimitado y me atara a la tierra. Poder, a cada paso, a cada golpe de viento, decir «ahora» y «ahora» y «ahora»… Y ya no más «desde siempre» y «para siempre». Tomar el asiento libre de un partido de cartas, ser saludado aunque sea sólo con un gesto.
Siempre que hemos participado ha sido sólo en apariencia: nos hemos dejado dislocar la cadera en peleas nocturnas, en apariencia. Hemos capturado un pez, en apariencia. Nos hemos sentado a las mesas, hemos comido y hemos bebido, en apariencia. Nos hicimos asar corderos y servir vino allá en las tiendas, sólo en apariencia. No pido engendrar un niño o plantar un árbol, pero ya sería algo, de vuelta a casa tras un largo día, dar de comer al gato como Philip Marlowe. Tener fiebre, tener los dedos negros de leer el periódico. Fascinarme no sólo por el espíritu, si no, al fin, por una comida, por la curva de una nuca, por una oreja.
¡Mentir como respirar! Sentir que al andar, tu esqueleto anda contigo. Intuír, por fin, en vez de saberlo todo. Poder decir «Ay» y «Ts» y «Ah» y «Aj», en vez de «Si» y «Amén».
Sentir al fin lo que es quitarse los zapatos debajo de la mesa y estirar los dedos de los pies así descalzo.
Las Alas del Deseo
Der Himmel über Berlin - Peter Handke & Wenders
Der Himmel über Berlin - Peter Handke & Wenders
2 comentarios:
Hoy la lluvia me ha calado hasta los pies. Salí de casa y caía copiosamente, fue empapándome inexorable.
LLegué chorreando y así me sequé con unas toallas de papel.
Más tarde entré a una cálida oficina y recobré el ánimo.
Más tarde sentí en un pasillo, un olor a cacao que invadía el ambiente.
Después me acordé de esta película de Wenders que vimos junto con Ururush hace algunos años ya.
Dame la mano y vamos a algún lado
con los pinceles como pasaporte.
Los dos con una brújula sin norte.
Los dos con un reloj equivocado.
no fue menos que maria elena quien hubo de prestarme sus palabras; en definitiva... la poesía no es de quien la escribe, sino del que la necesita
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