sábado, febrero 17, 2007

Para leer como la palma de tu mano


Había una vez un templo. Había esa misma vez otro templo, justo enfrente del primero. Todas las mañanas, un niño del primer templo salía a hacer los mandados. Todas las mañanas, a la misma hora, también salía un niño del segundo templo para hacer los mandados. Y, como es evidente, se encontraban en el camino. Y se miraban con curiosidad.
Un día uno se animó a hablar. Le preguntó al otro:
-¿Adónde vas?
- A donde vayan mis pies.
Esta respuesta lo dejó un poco confundido y no supo como continuar el diálogo. Entonces por la tarde le pidió ayuda a su maestro.
Mañana por la mañana – le dijo el maestro- hacéle la misma pregunta. Luego de que te de la misma respuesta, le tenés que preguntar: "Hacé de cuenta que no tenés pies, ¿adónde vas?". Esta vez será él el que no sepa contestar.
A la mañana siguiente, el niño desafió al otro:
- ¿Adónde vas?
- A donde sople el viento.
Se sintió derrotado y volvió a pedir ayuda a su maestro. "Preguntále adónde va si no hay viento", le sugirió.
Al tercer día, el niño preguntó por tercera vez:
- ¿Adónde vas?
- Al mercado, a comprar verdura.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

que buenisimo éste cuento!! me encantó...

Danhy dijo...

...lo maravilloso de lo cotideano! Si lo podemos ver